miércoles, 17 de noviembre de 2010

Transfusión sanguínea

Pensaría que la insurrección del sentido no puede controlar su fuente de inspiración para esos momentos en los que tu delicadeza vuelve a preguntar de forma muy clara sobre sus arrebatos.

Pensaría que podría controlar tu posibilidad al atar un hilo al conjunto esférico de helio, tal vez, oxigeno, que se ha reunido y revestido de un plástico de algún color bonito para que se deslicen las equivocaciones sobre su superficie geocentrica.

Pensaría entonces en pasear por alguna región arboleada con el extremo del hilo atado a la muñeca, pero notaria enseguida que cuando intento caminar, la inercia y la vacilación del cuerpo obligan a que el globo rebote una y otra vez contra mi cabeza.

Pensaría que este movimiento provoca un ruido muy molesto, en esa acustica interna de aire asfixiado, por lo que aprovecho para sentarme en algún banco. Mas tranquilo, observo como el nexo rodea mi muñeca, pero el nudo que lo enlaza se oculta debajo de la manga que llevo. Una curiosidad punzante hizo arremangarme las protecciones.

Pensaría que no puede ser esto. Pero así esta. El nudo del hilo no se encontraba atado a la muñeca, sino que estaba incrustado y clavado vía endovenosa hacia adentro de la piel, como un fantástico suero que alimentaba mis fantasías.

Pensaría de qué forma esto es posible. No sé porque no se fue. Se alimenta vampíricamente de las oleadas de mi corazón, bebiendo la jurisprudencia desviada de la incomprensible legislación.

Pensaría entonces que incluso aunque se eleve por sobre mi cabeza, el helio no podría contenerme , pues en ese caso difunto mi ser debiera caer, para eternamente volver a creer.

¿Y porque estas pensando tanto?¿Si se revienta el globo, quien de los dos se desangraría primero?

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