jueves, 29 de diciembre de 2011

Esperando

Varios momentos han sido ya capturados y encerrados. Han sido hábilmente rastreados. Las disciplinas superiores esbozaron sus ordenes y prometieron miles de paisajes reconfortantes para quien pudiera entregarles. Vamos, no seas tonta. Sus rebeldes cuellos no soportan ni siquiera esos lazos que sirvieron para proteger primero a los nuestros. Por eso incoherencia entre el cuerpo de la victima y el diseño interno del arma establecida es que jamas logramos capturar ningún momento. Esperamos por ellos entonces. Están siendo transportados por un tipo de cárcel que mantiene adentro a toda la fuente de creatividad posible. Por eso los focos de atracción ya secos e inermes apenas podían funcionar. Al principio pensamos que su alimento vital era la poesía. Que la llevaba en las venas desde siempre. Fallamos rotundamente. Jamas conseguimos conversar con ningún momento. Pero hicimos mucha poesía. Y aun queremos beber de ella. Creemos que una razón al respecto es nuestra ignorancia. Claro que nos encanta leer, pero forzamos sobre la ideación todo un patrón repetitivo. Confiamos en que funcionase, mas todo los desencuentros lo han desintegrado. Incluso la sensación de displacer, sabe. Parece que hay que hacer mucho esfuerzo para mantenerse parado exactamente en el lugar donde esta.

Desde que la repetición fue destruida los diarios dejaron de llegar. De donde vos venís ellos almacenan noticias de los señores politicos. Pero los que aquí atracaban no hablaban de otra cosa que no sea el amor. Si. Claro que se asusta con esa palabra. Pero cada uno de nosotros puede aclarar a libre antojo la pertenecía de dicho concepto al resto de nosotros. Dejemosle ser un ratito, a ver que hace. El quiere tener enfrente a uno de esos momentos. Lo ha esperado toda la vida, ¿cierto? ¿Que oportunidades tenemos de concretar ese encuentro? Un acercamiento intimo con aquel momento. ¿Pero que buscamos? Un pequeño frasco de tiempo. Una timida fraccion alli colocada.

Rogamos y vivimos para que ese momento nos mire a los ojos. Sangramos para que ese momento se eleve hacia la eternidad. Lo investigamos. Lo instigamos de forma críptica en base a todas sus huellas. Nos preparamos con miles de otros momentos tan solo para gobernarlos a todos ellos para lograr la aparición de nuestro objetivo primordial. Aquel otro momento que anhelamos.

Nuestros jueces ya sospechaban del coste intrínseco de todo este esfuerzo. Pero no deducían de allí un carácter de necesidad. Bien por el contrario, de profundo y atrapante deseo.
¿ Insinúas entonces que entrenaremos hasta el cansancio a todos nuestros momentos para doblegar cada una de las bondades temporales solamente para obtener un pequeño momento?¿Un otro pequeño momento que no tenemos mas que deseamos?¿Pero que tiene de especial nuestro fugitivo que podría retribuir y expandirnos tan celestialmente? ¿Que mágico y dulce aroma le han clavado en la nuca?¿Porque queres a este momento?¿Y no otro?
¿Porque? Necesitamos todas estas respuestas. Necesitamos su presencia.
Se lo preguntaremos cuando llegue. O vuelva.

domingo, 25 de diciembre de 2011

Una mirada institucional

Pasa que vos deberías garchar más.
Agache levemente el cuello-. ¿Qué dijiste? ¿Que debería garchar mas?
-Si.

No se como se llega a este tipo de consejos la verdad. Inusualmente había enfocado la charla hacia una meta revisación de nuestras implicaciones. Eso es. No solía preguntar a la otra persona lo que sentía al respecto de la reciente interacción. Cuando se pretenden efectos más satisfactorios bien vale introducir pretensiones prototípicas de casos preestablecidos. Parece que le caigo bien. Ya reserve tal apreciación hasta un encuentro corporal y cercano. Definitivamente si, me cayó bien. No me aburrí en ningún momento y me divirtió e incentivo incluso sus replicas argumentativas. Evidentemente esta interesada. Ahora, me gustaría detenerme en lo siguiente. Es cierta pose, pantomima sostenida bajo el ciego pretérito de que el desinterés crea vía compensación del opuesto a los intereses. Parece que hemos aprendido sin querer esto. Como si en el fondo común solo fuera suficiente tan solo la demostración honesta de un solo participante. En cuanto este invoca su karma, se detiene la inserción de su compañero. Como si la presencia simultanea de ambos no fuera posible. Toda la vida parece ser un subibaja. En constante equilibrio pero inexplicablemente ambos jugadores en diferentes latitudes y dialectos.
En realidad, ¿Qué queremos? ¿Que quiero? ¿Que quiere?

No se. A fin de cuentas daba igual conocerme o no. No iba a cambiar mi opinión al respecto. Tan solo para ver de cerca aquello que me miraba. Es significativo el interés que tiene en mí. ¿Qué quiero yo? No se, es que, esta bien. ¿Pero como?

No es difícil encontrar razones para justificar el repliegue de la atracción. Es que son ese tipo de comentarios que se distinguen del resto, tal como un pequeño guiño de más en el planificado trayecto de trampas de un hábil jugador de póker.
No soy un desconsiderado de la experiencia. Realmente la paso bien. Que se yo. Tal vez sea eso lo único importante. Claro que después esta este otro tema. Y ella lo sabe. Porque se lo conté. Me inspira cierto respeto a la verdad ella. No puedo evitar reír con gran satisfacción cuando me dice que me lee con atención en el foro. Me encanta generarle eso. Pasa que de ahí infiere que existiría un ser mítico plenamente seguro de su capacidad. Exagera mucho. Es un vaivén reproducible constante lo que siento. Es ahora y mas tarde. Siempre pero aun no. En este instante pero luego. ¿Cuándo?

Y me llena de elogios. Lo hace. ¿Sabrá ella que esta dejando una serie de pistas detrás de su camino? ¿Sabrá que pequeñas migajas de frases delatan su trayecto en búsqueda de la cabaña dulce y secreta? ¿Esta perdida? ¿O me esta guiando hábilmente para que la encuentre?
Se delata de forma muy armoniosa. Lo veo en su rostro, cuando mira al suelo. Veo como se desilusiona por algo que hice. Siento que esta esperando algo. No se que ni como. Pero nuestro andar tranquilo a veces se pegaba por si solo, como si nuestros cuerpos se estuvieran llamando por su propia cuenta. ¿Pero como le digo eso? No hay forma de decir eso. ¿Y como le digo que me encanta que camine como tres o cuatro estaciones de más solo para hablar conmigo? ¿Le tendría que decir todo eso? ¿A vos que te parece? ¿Le tendría que decir que note como prefiere dejar vacante el nombre de nuestra relación? En cualquier otra charla hubiera escuchado que somos amigos. Pero acá no. ¿Somos enemigos? Tampoco. Y eso que jugamos a serlo. ¿Le tendría que decir que fue sumamente evidente y estridentemente sensual su estrategia de la garrapiñada? No por el esfuerzo culinario, sino por decir minutos antes de la despedida: “Es tu ultima oportunidad para comer”. ¿Las garrapiñadas precisamente? No lo creo. Esta bien que soy lento, pero hasta yo puedo leer esos mensajes. Y eso es lo que te quiero preguntar. ¿Sigo juntando señales para ver en que cabaña termina todo esto?

Obviamente que ya le ofrecí a ella todas las oportunidades para que pueda optar por algún punto de escapatoria. “En realidad entendiste todo mal, perdona, no es que te quiera hacer daño, pero no es mi culpa que estés tan desesperado”. “Que te pensas, que me vas a usar para sacarte las ganas y listo”. “En realidad no me gusto tu saquito, pero si era verdad decía que si”. Puede decir todo eso. Pienso en ello. Pienso también en que en Mardel bastan dos horas de nocturno alcohol para enredarse en triquiñuelas sexuales para con cualquiera. Mientras yo sigo juntando trocitos de pan en el bosque formando lindas figuras. Y no porque no pueda o quiera hacerlo, sino porque le pregunto al Deyvid del foro, al del msn, al de la calle pre-café, al del café, y al de la calle post-café: ¿Qué hacemos? Bueno ¡basta de preguntar! ¿Si te contesto vas a dejar de escribir?

Lo que es seguro es que esta chica te agrada. Te produce placer estar con ella y te divierte. Y me arriesgaría a decir por lo que me contas que ella siente y opina lo mismo. ¿Debería pasar algo más?

He ahí toda la cuestión. En verdad podría caminar todo Corrientes con ella. Definitivamente sabe como sostener una charla en su más elevado punto de diversión. No tenes apuro y realmente quisieras acompañarla en muchas avenidas más.
¿Adonde me llevara? No lo se. ¿Alguien lo sabe?

martes, 13 de diciembre de 2011

Sin tocar una teta

Es que quiere imaginar lo que desafía el marco de las posibilidades. Pintarlo y llevarlo en una librería bien conocida, pero solamente para acompañar por los estantes a la próxima chica que entre preguntando por excentricidades de Borges con un morral cayéndole del hombre. Quiere crear fantasía, cuando todavía vive adentro de la inoperable adolescencia, te das cuenta. Quiere llegar bien lejos y ni toco una teta. Siempre supe que era diferente.
Lo sentí tan adentro como una inhibición veraniega es capaz de intuir. Desde que era chico. Cuando veía a mi señorita de primaria ver retaras a mis compañeras pensaba con toda la claridad que supone la propiedad autónoma de los pensamientos lo siguiente. Ella quiere que le pidan disculpas. Le habrán hecho algo malo, seguro. Pero, ¿qué cambia que le haya pedido disculpas? Fue ese el primer momento en el que sentí que me estaba separando del mundo. Entendía la razón de ser del arrepentimiento y la disculpa. Pero no la aceptaba como valida. Era innecesaria. El daño ya se había consumado y el tiempo es irreversible. Unas palabras amables no curan las heridas. Juro que pensé todo esto a los ocho años. A partir de ahí supe que no todo era lo que parecía. Que el sostén que se herejía en el jardín era tan humano como unas chimeneas en algún domingo. Por eso se anudo contento placer el sueño de volar en mías más preciadas noches. Cuando me elevo por mis propias fuerzas ninguna pared me detiene. Puedo decir que allí tal sueño se sostiene. Del impulso innovador que dentro mio me indicaba que todo debía ser diferente a como yo lo percibía. Alejándome. Viendo cada medianera cada vez mas pequeña e insignificante desde el cielo.
De ahí que a los pocos años mi pasión por el acto literario ya se impuso por si mismo. Los cuentos de Quiroga llenaron de satisfacción oscura lo que de todas formas ya se encontraba de brazos abiertos para intercambiar su esencia. Sabia ya que el transito mundano dejaba tras si miles de oportunidades. Tan solo había que envolverlas con un guante literario e inspirador siempre adecuado. Como quien recolecta frutos jugosos en alguna estancia lejos de la cárcel urbana.
Por eso siempre elogiaron mi imaginación. A las chicas les elogian los dones de los dioses. A mi solamente la imaginación. Debía tener alguna inflamación en el lóbulo del órgano creador. Así fue. Me encantaba escribir. Simulaba a Quiroga y alentaba el tipo de finales que su inundación de roja sorpresa anunciaba. Las terminaciones abruptas y desmedidas, esas que rozaban incluso la tan gozosa injusticia, comenzaron a aparecer antes de que pensara incluso en su papel característico. Fueron una sorpresa incluso para mí. Y así fue que comencé a perfilar y armar la estructura narrativa a partir del impacto en el lector precisamente. Si bien toda lectura supone a un paciente señor intelectual que lee, lo que yo trato que ocurra precisamente es que crezcan ramas a la madera de la mesa y se forme un lazo allí acercando lo más posible a la imaginación que brota insolente hacia el digno hábito de lectura de la otra persona. Pero no para que sienta lo que yo percibo del mundo. No para que piense lo mismo, cumpliendo así a la perfección una conjunción entre dos imágenes mentales bien custodiadas en las lejanías de las mentes ahora puestas a dialogar de forma ciega. Sino para que pueda fabricar sus propias respuestas una vez que pudo redefinir el modo en que el mundo se le escapaba por las hornallas. La gente utiliza demasiado al mundo para calentarse. Especialmente para insuflar a la comida. Infiere y sostienen en base a ese fuego que no ven pero que precisan como el agua. Yo siempre quiero mostrarles lo extraño del mundo. Para así de esa forma leer yo también a esa gente diferente que sueña con volar. Algunos disfrutan del roce que los cuerpos alimentan mediante esa caldera universal. Otros se preguntan como es posible que el mismo viento que alimenta al fuego sea capaz de eliminarlo si acaso un soplido sobrepasa su carácter limitado. Yo siempre supe de que lado estaba.
Por eso es que por vivir tanto tiempo en un lugar oscuro, inseguro y escalofriante, es que la filosofía se volvió mi lenguaje. Note que la filosofía era como la literatura. Procuran inventar todo de nuevo. ¿Pero como voy a escribir y comprobar lo extraño si no toque una teta? ¿Cómo voy a llegar a conocer lo impensado si mi pensamiento se detiene allí donde el escote esconde lo que muestra? No lo se. Será otra pregunta que irremediablemente una birome desnuda en la madrugada querrá responder.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Demasiada verdad junta

Los insolentes pájaros cantaban y ni siquiera eran las cuatro. Respiraba el asfalto ese sudor dulce de la lluvia pre-estival. Creo que estábamos en un fin de semana porque las chicas siempre bien decoradas pasaban riéndose al lado nuestro. Creo que no llegaban a ver lo que hacíamos ahí con los pies estirados en el medio de la vereda.

Me volviste a sacar un pucho como siempre. Falle al adivinar la marca que tus labios ahogaban. En ese entonces me guiaba tan solo por el sabor del calor que la invasión sensorial que tu humo acechaba.

-¿Siempre tratas de adivinar viendo la mitad de la realidad, no?

-Yo tengo los míos. No te preocupes. No es tiempo para fumar.

-Para mí que si

Resulta que había llegado ahí porque le había comentado un poco quien era, que quería y lo que le podía ofrecer. Pero ella no me contesto ahí nomás. Tampoco negó mis ideas. Simplemente las dejo ahí. Tal como dos personas sentados en las escaleras en una madrugada lluviosa de noviembre.

-¿Sabes lo que pasa si mezclas verdad y sufrimiento?

-Vas al psicólogo. Descubrí eso.

-Y si ya descubriste una verdad por haber sufrido, ¿para que necesites ir al psicólogo?

Ahí aparecen varias opciones. Será entonces por la impulsión de que te cambie la verdad por una falsedad, o porque queres sufrir menos.

Debe ser.

Ahora, mira. Te quería decir a vos que estudias esa carrera esto. Capaz vos lo entendes mejor que yo. Pero hipotéticamente no. Imaginate que alguien va al psicólogo porque, no se, no puede dar una materia de una facultad.

Ya se. Es una boludez. Mejor por no poder coger nunca. Ahí te gusto mas, dale. Bueno, entonces fijate esto que pasa. Vos vas porque no podes coger. ¿Y que le decís al analista? Eso, que no podes coger. Que no te sale. Lo que vos quieras escribir. ¿Te das cuenta de lo raro de hacer eso? Es incomprensible esa queja. Parece muy común. Pero porque nos hicieron creer que había que coger siempre y a menudo. Como nos hicieron creer eso, te llega entonces el que dice que no puede coger. Bueno, y los humanos tampoco podemos volar, ni respirar abajo del agua. ¿Cuál es el problema en-poder hacerlo?

¿Ve que parece la misma pregunta pero ya es otra muy diferente?

Sucede que hay muchas, muchas exigencias sociales que vuelan especialmente durante la madrugada. Eso hace que constantemente se abran nuevos problemas. La gente clava cual canilla en una pared de agua una interrogación para la cual seguramente ni tenga realmente sed o incluso ya se encuentre lo bastante hinchada por haber bebido de mas. En definitiva, la maniobra es la de despegarse de la fijeza de la imposibilidad. Eso básicamente.

Pasa que, que se yo. Se precisa una distancia y una calma para interrogarse eso que jamás se puede poner de a acuerdo. Es esa distancia con respecto a verificar si se trata de una cercanía o una lejanía. ¿No se busca tomar distanciar, pero para llegar más profundo luego? ¿Y si preferís llegar muy lejos quedando muy cerca de donde queres llegar, no es muy lejos donde vas a terminar por el efecto rebote?

Es como esa discusión de lo pesado y lo liviano con la que empezaba ese libro. No me acuerdo el titulo. Pero nunca sabes ni donde estas ni donde vas a terminar.

Te lo voy a volver a decir porque estoy seguro que no entendiste lo enigmático del asunto. Le llega uno porque dice que no puede coger. Primero, ¿Quién le dijo que había que hacerlo? Segundo, ¿Por qué no lo esta haciendo entonces con ese que le dijo que había que hacerlo?

No te distraigas por el significado. Podes elegir cualquier tema que te convenga. Presta atención a la lógica requerida de las preguntas. Simplemente con dos de ellas todo pierde su drama. Todo es gobernado por esa insuficiencia abominable de la exigencia del Otro. Es como la humedad que lloran las paredes. Esta bien, nos podemos poner de acuerdo en hablar de exigencia pulsional. Pero, que se yo. También podemos armar un dialogo de tipo rioplatense. Pero como indefectiblemente allí tiene que haber mucha experiencia, mate y celos, mejor optemos por quedarnos acá.

¿Así funciona entonces?

Claro. Le desarticulas el principio de indivisibilidad y luego le recriminas haber armado y juntado lo que en un primer momento quería des-hacer.

¿Quería dividir lo que había unido? ¿Como se explica? ¿De nuevo por una critica a la socialización?

No. Recorrer el problema de los sujetos divididos tal vez amplíe lo que estos vaivenes participativos señalan. División subjetiva. Estamos de acuerdo. ¿Pero que otra cosa que no sea ya una totalidad desde un comienzo se puede dividir?

Me dirás que mas que una división se trata de la unión de experiencias netamente disconcordantes. Como mantener los ojos abiertos y estornudar. O entre pensar y decir algo. Entonces admitís irremediablemente que en el principio de la división existe la unión y que sin esta última jamás podríamos hablar de sujetos divididos. La división rindiéndose ante los pies de la unión totalizante. Mira vos donde los íbamos a encontrar. Casi como nosotros en esta vereda de madrugada.

Es el tipo de sensación extraña y relajante que te agarra cuando te imaginas lo siguiente, por ejemplo. Un tipo se la pasa veinte años sufriendo por no poder decir algo. Bastante fácil de concebir. Un día sube una escalera y encuentra en una reunión que cierto grupo hablaba de eso con la más pura felicidad, sin su presión ni atragantando ocultamiento ni misterio. Eso es también una división. Ese encontraste salvaje que se genera cuando juntas a un cuidadoso de cuarenta con un jovial y salvaje adolescente. Y allí mismo en ese quiebre dado el encuentro de las diferencias la exigencia social crece espeluznante. Como alimentada por las chispas que el roce anterior le ofreció.

¿El de cuarenta debería vivir como el de veinte? ¿O el de veinte como el de cuarenta?¿ Debería haber hablado de eso?¿O era mejor no contarlo y sufrir lentamente? No hace falta que complejice la pregunta. Tal como esta ya anuncia su validez.

Por ello la ética es una preciosura. Si la psicología existe solo para combatir los resultados subjetivos y sufrientes de las exigencias sociales imperantes y danzantes en el aire social, no podría prescindir jamás de la ética. Mas aun porque ella misma puede ser también una gran demanda del Otro. Una intelección de deberes y preceptos listos para enloquecer a la gente.

¿Debería ser o no debería ser la locura? Esa es la pregunta ética por excelencia.

Y quien no vea…

Vea que ya esta por columpiarse de nuevo el sol debería dejar de hablar. Pensé. Demasiada verdad junta. ¿Por lo que de mis pensamientos se caían entre los dientes borrachos? No. Más bien por la mejilla que sentía ahora contra mi hombre y el brazo. Un manto de placer la rodeo por el otro lado. Le saque el cigarrillo casi apagado de entre los dedos dormidos. Era Camel nomás. Creo que llegue a ver adonde estaban los pequeños pájaros insolentes. Igual te quiero.

jueves, 17 de noviembre de 2011

La fantasía literaria

La fantasia mas que unir goce y sentido lo que junta es la volicion y la espera. Lo que deseo y lo que aguardo. Lo que querria que fuese diferente junto con lo que siempre se repite abajo del presente. Lo que genero junto con lo recibo. Lo que doy y lo que recibo. Porque justamente mi mas pobre estado es el que pretende imaginar alli escenarios diferentes. Este encuentro diverso entre una realidad determinada socialmente y una fantasia anclada en lo profundo de mi ser es lo que mantiene tan ocupada y fijada a la fantasia letrada. La de ser escritor quizas. Si acaso no lo soy ya, como todos aquellos que deformamos adrede el eterno cuadro de la vida.

Precisamente por eso nada peor que intentar liberar a la inspiracion letrada de una supuesta enajenacion para con la -realidad dura y real-. Ella ya es toda realidad. No precisa liberarse de ninguna. La fantasia literaria no busca reconocimiento publico de un acto privado. Si acaso se encuentra que rompe los caminos de la represion sera por haber sostenido en primera instancia una concepcion del hombre mas bien pre-social, capaz él de gozar sin ningun otro hombre y tan solo interesado en el otro a la hora de darle un mamporro en la frente dada una aparente pero evidente -envidia y agresividad innata-.

No, la fantasia no ataca la naturaleza. Por ende, no tiene nada de que defenderse. Ni de una realidad alienante ni menos aun de una represion en segundo termino cual venganza de dicha naturaleza reprimida en instancia primera.

La fantasia mantiene su tecnica y su poder estetico. Pero no para engañar y acceder de forma retorcida a lo que podriamos obtener si tan solo fueramos mas honestos y brutos, incluso mas vivarachos. La fantasia literaria es creacion de mundos diversos. Pero no en el area de reconocimiento inter-subjetivo, sino en el propio universo individual tambien. Todos queremos que la diferencia inunde la vida. Por eso, todos somos escritores.

¿De que forma enseñar a escribir, entonces?¿De que forma impartir tecnica literaria, si es acaso lo que todos tenemos con nosotros?¿De que forma enseñar, en definitiva?

Dejemos que nuestra fantasia conteste todo esto.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Metro y medio

¿De que hablaron dos miradas que juegan a no mirarse?

Seguramente aquí ya es de noche. Todo el esfuerzo nos empujo de a poquito. ¿Pero alguien le pregunto al viento lo que pretendía? ¿Le indagaron exhaustivamente sus intenciones? No, solo viajaba. Te recorría subrepticiamente entre cada paso solo para volver a soltarte. Cada tanto encima caían retribuciones como aquellas que aun seguían bien guardadas y catalogadas debajo de las sorpresas.

-¿Sabias que ya podríamos haber cogido, no?

-¿Desde cuando? Si ahí vos entrabas y decías… a ver. No, pero faltan unos capítulos para que vos puedas decir eso.

-¿Siempre sos así vos?

-No, solo con las que escuchan metro y medio.

Un hervor convaleciente se anido entre las dos ventanillas del auto en ese punto. El sonido radial que así decoraba el amable interior me dio la oportunidad para ofrecer una particular ofrenda que tenia resguardada. Y viste como es aquello de los regalos. Lo realmente difícil no es encontrar alguno más honorable o meritorio que otro. Lo espinoso y aventurado del asunto son mas bien las razones que deberían envolver brillantes a nuestro pequeño gesto de amor.

¿Con que razón o justificación yo le prometía una futura sorpresa? Irremediablemente no lo sabía. Solo lo hice. Pero eso no me libero del exhorto de deber justificarme. Siempre andamos justificándonos. Ese es el verdadero regalo.

Solamente que sabés de antemano que luego de todo un esfuerzo en forma de dulce revuelo te procuras en conectar charlas, cervezas, chocolates, rimas y risas. Todo para que devenga un inexpugnable e incandescente: ¿Todo eso era para esto entonces?

Ahí te sentís lo suficientemente pelotudo como para largar todo a al mierda. Más aun cuando a los pocos meses no tenés mejor idea que quedar de frente un encuentro verdadero con la que anteriormente te dio miles de razones para dejar de encontrarte. El punto se vuelve diabólicamente irreductible así. ¿Por qué yo no?

¿Y piensan ustedes que esto se soluciona inyectandose valor? En realidad todo empezo ahi. Porque precisamente cuando le lleve esta ultima pregunta a ella es que me dejo anotado en un boleto de bondi abajo del asiento lo que debia escribir.

¿Pero ya sabes que podríamos haber cogido, no?

¿Así que todo eso era por esto al final?

¿De que hablaran entonces?

lunes, 31 de octubre de 2011

Dos miradas

-¿Te puedo pedir un favor?

-¿Qué?

-¿Te puedo dar un beso? Pero sin tener que escuchar inmediatamente después todas las razones por las cuales seguramente no debía de haberte besado. ¿Puedo?

Otra loma de burro nos hizo saltar impensables centimetros del respaldo.

-No, no podes.

-Bueno.

Pasaron unos cuantos semáforos hasta que alguien se animo a hablar de nuevo.

-¿Esta tendrá bien las calles? 64 hasta Cabildo debe ser.

Los minutos se derretian teñidos de adrenalina. Salpicados violentamente por susurros inarticulables que como inconsecuentes danzaban por las calles de esa pretenciosa noche ya alojada en penumbras artificiales.

-¿Pero porque no puedo?

No se si cansada o no, tomaste mis mejillas con el pulgar de un lado y el resto de las yemas del otro solo para girar mi cabeza hacia vos.

-Porque todavía no me diste ninguna razón que te justifique.

Sentía que el viento afuera del bondi se llevaba ya mucha verdad entre sus bolsillos. Hablé igualmente con la cara apretada.

-A veces te veo tranzar con pibes que ni sabes como se llaman ni quienes son.

Creo que a tu mirada no le agrado mí pretendida comparación, dado que luego de soltarme violvio a esconderse en algun lado de la ventanilla.

-Eso es diferente.

¿Diferente porque?

-No se, vos sos diferente.

A todo esto ya se había parado. El timbre ya había sonado en algún rincón y aguardaba la detención completa.

-¿Bajas?

Pútrido y estremecedor rugido alejó atrás nuestro el bondi.

-¿Adonde estábamos?

Que se yo. No se. Lo que sé, es que esto de ser diferente es mortalmente aburrido.

Enredaste tu brazo junto al mío, queriendo que te lleve como una dama.

-¿Vamos?

Creo que llego a caérsele una mueca.

-¿Adonde?

No contesto. ¿Se estaba riendo?

-¿Adonde? ¿Adonde vamos?

Busque entre la noche sus pupilas. Volvió a tomar mi cara para girar mi expresión a voluntad. Recién empezó a hablar luego de que nuestros ojos se toquen a través del ritmo provocado por las piedritas de la via tren que fueron empujadas por el brusco freno de nuestro andar. Como si sus palabras merecieran dormir junto al mayor de los silencios inquietantes.

-¿En serio querés saber?

Sopló un poco de pelo solamente para que baile también junto al viento que desnudaba una luna fría de octubre.

¿De que conversaran dos miradas que juegan a no mirarse?

martes, 27 de septiembre de 2011

La chica del coro

Llegaste ese dia como aquel otro en el cual tambien llovia desde el este. En aquel entonces bajabas la cortina muy despacio. Como si quisieras seguir viendo el pasto del jardin inundado por siempre. Luego dejabas ese morral en la silla, y sentado frente a mi apoyabas el codo en la rodilla al mismo tiempo que levantabas la pierna por haber sostenido el pie contra alguna madera de la silla. Yo extraia mi mirada de los juegos y vericuetos literarios en los que se sumergia constantemente en los momentos en que tu llegada me los tironeaba para afuera. Dejaba mi birome y su respectiva hoja dado que no podia intentar hallar tu locacion con ellas. Mas precisamente, dejaba de escribir.

Estabas perdido. Aun lo estas. ¿Que cambio entre los dias anteriores y este tan humedo? Las profesras se horrorizaban por los alumnos que intrepidos e ignorantes se atreveian a modificar los tiempos verbales durante el relato de los hechos. Si la vida es la misma señorita Literatura, todos los dias me levante y soy yo. ¿Porque seria si quiera confuso y extravagente el intercambio de los verbos durante un relato?
Salvese mas bien quien pretendiendose levantarse a las cinco de la mañana no pueda encontrar a sus problemas. Si los dejo ahi bien anotados en el escritorio. ¿Adonde estan? ¿Y adonde esta tu mirada? Un lado de tu cara disfrutaba al compañia de tu mano contra ella. La otra hacia rebotar la mayor cantidad de dedos contra la mesa. Tus ojitos fijos le ofrecian un sustento diametral y perfecto a la entonacion que punzante envolvio toda la escena.

"Sigo sin encontrar alguna chica que gima bien por haber cantado en un coro".

Creo que solo pude rascarme inconsecuentemente la cabeza ante tal confesion. Incesante la lluvia seguia sonando igual que siempre alla arriba. Luego todo siguio. Decididamente algun dia no me voy a encontrar. Llegado alli, grandes maravillas se escribiran para cuando quieran escapar asi, del horizonte de papel, esas extravagentes inspiraciones sabor a tu piel.

jueves, 21 de julio de 2011

Extraña satisfaccion

Ya se que hay que amar. Ya se. Eso no me preocupa. Lo que siento no es amor. Lo que siento es cercanía. Y esto que aquí se acrecienta no merece mayor análisis. Es algún tipo de soberanía. Trayecto sinuoso que te rodea sigiloso. Origen cauteloso que saborea de tus pequeños regalos, ¿qué exactamente? ¿Que quiero recibir del reflejo de tu sombra? Tal vez un pequeño zumbido colorido. Y leo ahora mismo a esta conglomeración de sentidos, en esta puja por alcanzar una joya literaria. ¿Por donde caminar entonces? ¿Por las mismas baldosas que mi deseo desliza bajo tus dedos descalzos? Resbalas quizás así hacia un fondo que baila sobre si mismo. Llegas hasta el reino de la oscuridad sin dialecto. Todas las espinas que viven aquí ya han intentando escalar estas paredes hace muchos años. Esas mismas te redactan en la piel una invitación jugosa: quédate conmigo. En este recinto no necesitas ver. Llegaste hasta acá solo por tu ansia de ser. Tal vez sea un cubo encerrado en el universo, o incluso un pozo cercano de un bosque encantado. Tal vez la dama perversión pretende trastocar lo que ya se encuentra severamente modificado. No hay nada que perturbe su naturaleza. Aquí las enredaderas solo contestan con entusiasmo ante tu ardiente provocación.

Perdónalas si te dolió la espalda cuando te caíste. Ya duermen con vos miles de pensamientos extranjeros. Todos ellos fueron inyectados a través de cada espina traviesa que contenta muere penetrando tu desafiante piel. Aca el infierno no extenderá su dominio. No hay deseo que puedas controlar. No podes pervertir lo que ya se encuentra pervertido. Tal vez quieras escapar, y seguir con tu satisfacción real en la superficie. Jamás podría negártelo. En ese caso, podrás subir solo colgándote de mis senderos, por todas mis verdes sogas. Disfrutare del roce de tu cuerpo a través de mí, al menos. Llevaras sobre ti todas las marcas del deseo. Suspiraran latiendo sedientas el encuentro de una lengua que pueda colmar el brillo salvaje de tu sangre. O, mejor aun, podrás cortar, antes de escalar, una parte de mí. Y cuando vuelvas a tu casa podrás dejarme abajo de tu cama. Creceré en ese lugar oscuro, alimentándome así del gemido de la madera cuando vibre tu corazón durmiente. Ya se que hay que amar. Lo que siento no es amor. Es el roce de una extraña satisfacción.

miércoles, 13 de julio de 2011

Lugares



Sentado en algun lugar que ya conocía pude volver a ver eso que dejo de ser recordado. No inquietaba el viaje, excepto por el hecho de ya saber el punto final que anunciaba el eterno inicio hacia lo mismo. Y esa insistencia incomodaba lo suficiente como para que la poca movilidad se encontrara justificada. Leia mucho; pero mis dichos frenaban alrededor de eso mismo que en ningun lado se encontraba redactado. ¿Que era? ¿Que esta pasando? ¿De que estoy hablando? Poco a poco gano mi lugar. El temor tirano aflojaba. Pero no pueden mis manos dejarse dormir, una por sobre la otra. Aun tienen algo que decir. Claven un cuchillo sobre ellas. Podran beber de su sangre luego de que mueran. No dejes que crezcan nuevamente por los lugares que conociste. Libera su camino de su putrido destino. Espera que el charco llegue hasta el borde de la mesa. Refresca alli solamente tu conocimiento. Implora solo ahi adquirir esa extraña sabiduria. Maneja mi sangre como quieras. Ya estara muerta para cuando encuentres mi lugar.

lunes, 21 de febrero de 2011

Sobre etica y economia

En el perpetuo estado en el que uno se sumerge, se prescinde bastante del acto que califica a su valor o significado. Pues, la identidad está ahí, a la intemperie oscura, observando curiosa como el efecto de nuestras acciones diarias la ponen a prueba, verificando su aura, o refutando sus efectos generales. Quien se considere valiente, podrá insertarse en acciones que apelen a la valentía o a la cobardía, pero estas virtudes no distinguen su procedencia. Podría ser que así nos sintamos calificados ya sea porque nuestra identidad permitió tal acogida, o porque nuestras acciones así inauguraron este nuevo estado. Cabe resaltar que podría ser necesario que ambos se incorporen al discurrir de la vida, pues una identidad sin acciones no puede tomar de ellas su propia síntesis nuclear; ¿pues como podría ser uno valiente prescindiendo de los actos valientes? Mas allá de esta doble unión que junta así ambas nociones como la del ser y sus acciones, es curioso que el valor de estas cualidades prescinda de sí mismo, de este acto que califica su valor sobre sí mismo.

Y no me refiero a que habría ciertas sociedades que colocan a la valentía como la habilidad suprema o absoluta, sino que para cada uno de nosotros se dibuja un enigma por el cual este invita a la entrada de una identidad con sus acciones permitidas; pero solo a condición de que este transcurso vital entregue una diferencias que las interrogue. Porque lo atractivo de esto, es el particular agujero que la vida realiza ante la presentación de estos dos elementos así forjados. Uno pensaría que la producción de problemas depende de una incongruencia entre el deseo y la vida habitual. ¿No es esta la distancia entre la identidad y la acción? Quien sea valiente al realizar acciones cobardes se encontrara ante un problema, pero allí interviene el enigma más fructífero.

Estas acciones, entendidas como actividades políticas, deben ser entendidas como una sumisión resultante, no como una abstinencia premeditada. Es el cuento que se evapora ante cada huella incrustada bajo la fuerza del calor. Aquí la volátil metáfora pretende inculcar algo difícil e inconcluso, una discontinuidad que no permite invitar al lector a suponerse como un invitado a la reunión invisible de la imaginación volátil. Así, este enigma colocado allí donde la conciencia no decide, cumple el papel de adjudicarse la responsabilidad de poder incrustar la duda y la incertidumbre como un punto sutil y seguro. Por ello es tan difícil armonizar esta pareja entre la seguridad y la intemperie, entre el conocimiento y la posibilidad de que todo sea un sueño, entre las posturas de ser y las acciones practicas que lo confrontan; llevándolo ante el tribunal de decisión necesaria. Nos encontramos primero con un punto irrecuperable: todo conocimiento es un saber, del cual se derivan dos usos diferentes así denunciados, dado que se puede obrar ante el problema social bajo la forma de una justificación que al apelar al uso de las capacidades cognitivas se presente como racional. La otra variante consiste en aplicar una forma que lleve a un procedimiento que sea capaz de describir los hechos tal como la realidad entrega su dato. De una forma u otra, ambas maneras de obrar no cuentan automáticamente con algún tipo de fuerza o fundamento. No porque precisen adjuntarse la una con la otra para así obtener la incompletud de su concepto, sino que ya sea que la investigación psicológica amplíe las facultades que posibilitan el conocimiento, o ya sea porque se justifiquen y describan las formas de concesión necesarias para tal o cual realidad forjada intersubjetivamente, no se consigue aun alcanzar elevar el saber a su incursión evidencial. No se lleva a esa facultad del ser a su forma, diría, necesaria que debe justificar su proceder para con su labor y la recepción de este en la ciudad politica. Así distanciadas, parece que el conocimiento procura abrirse para impulsar en su retorno una solución que vuelva a cerrar al sujeto y al objeto, uno sobre otro nuevamente. Pero no se precisa adquirir la necesidad de alejarse de un dualismo como para desinteresarse por dicha división. Pueden resultar útiles, a condicion de que el punto de clivaje se encuentre efectuado y armonizado según un principio adecuado. Al menos, para evitar que al tomar un concepto se llegue a su opuesto según una conexión que subvierta el nexo ya establecido. El dualismo persistirá en tanto que se mantenga unidos a distancias dos ideas, llamadas a ser pensadas de forma contigua. Con respecto a esta unión, que así los adjunta, se podría también describirla como una tercer idea, que enlaza las dos restantes de una forma necesaria, esto es, que su separación, modificación o refutación, provoque una diferencia en el interior mismo del esquema dualista, descubriendo asi que, en verdad, formaba parte de él. Lo que me resulta gratificante en lo que al problema hierve silencioso sobre mí, es en esta condición ética del hombre, por el cual encuentra solo trazos devenidos independientes, partes liberadas tras algún socarrón imperceptible, aunque sospechado. Integrantes de multiples traiciones de algún tipo de forma anterior que ha desaparecido, mas que pretende volver a vivir dentro de él nuevamente. Por ello, pequeños momentos claman unirse en la memoria de cualquier humano. Así vociferan cuando ella los despierta, pero también operan cuando tomamos decisiones cotidianas, procurándonos una ilusión de la cual beber.

Este camino, que es la identidad, al enhebrar recuerdos e ideas en vistas de algún deseo, se convierte en la condición que separa a la reflexión de una ontología, si acaso en vistas de una postura ética ha llamado a convertirse ella. La propensión literaria procura a cada paso poder dar una respuesta por la calidad de su ser, pero es de tener en cuenta que una reflexión ética debe poder considerar que los objetos y las disposiciones humanas podrían ser acaso de una forma diferente. Esta característica volátil que lejos esta de corresponder a la ética, constituye un carácter general de toda actividad humana. Pero se debe estudiar el efecto de un pensamiento que considere la ética como una justificación ontológica. Puesto que se corre el peligro de desplazar a la condición de adjetivo a dicha palabra central, permitiendo que pierda su condicion de arteria del ser, la que dispone en un entredicho a toda forma de argumentación que la actividad humana pudiese ensayar. Una postura devenida ontológica transmuta esta interrogación por la de una certeza más bien vacía, la que asegura que algunas acciones entraran en un proceso de deliberación por el cual “serán consideradas éticas”. Insisto en que esto es una señal lingüística de un proceder que extirpa lo interesante y característico de todo el asunto. La delimitación corpórea de lo ético no tiene mayor interés, puesto que nada se aclara al apelar a la presentación estridente de la palabra "ética". ¿Qué garantiza que alguna idea o acción serán validas si son "éticas"? ¿No serian si no son éticos; al caso? Para quedar claro: Da igual que un objeto intelectual sea o no ético; si no se aclara antes que tipo de argumentación que se inyecta mediante el sentido ha alimentadodicha postura. De todas formas, considero, que será mejor olvidar a este manejo verbal que procura mantenerse en el terreno de "lo ético", aquel que teme a caer desbarrancado por el abismo de lo no-ético. Las argumentaciones posteriores podrían especificar el tipo de racionalidad que se desenvuelven en tal cambio, y esto se encuentra lejos de una pregunta inocente que investigue sobre el carácter ético o no ético de las acciones o ideas en cuestion. Como dije, no es suficiente responder ante eso con una réplica que procure acoger el sentido con que la palabra ética se utiliza. Puesto que una interrogación que pretenda implícitamente privilegiar al estado de lo ético por sobre lo no ético, refuerza el vacio con que se presento dicho pregunta.

Presentado al interrogante y a una burda y somera condición general del ser humano, he descripto los dos elementos que conforman más bien las sendas formas prácticas que se desarrollan tras dos caminos del saber. Reitero aquí, es la búsqueda científica de las facultades cognitivas con un interés epistemológico, y la descripción de la realidad en términos ella de un armado plan de tipo consensual por el cual los integrantes de una comunidad adoptan como reglas a las regulaciones de sus intercambios. ¿Se entrelazan estas dos formas en algún tipo de dualismo? Lo desconozco. No tendría problema en adoptar tal o cual esquema, pero estas dos formas procedimentales no se excluyen, sino que se diferencian, ante ello la exigencia en distinguir los enunciados autonómicos sus características.

Sucede también que el primero recurso, atribuible al racionalismo critico, exponencialmente atribuible a Hans Albert, genera una consencuencia en lo que su planteo respecta, que no debe dejar de aparecer inscripto en este discurrir. El problema de esta línea, es que coloca como un principio comun y principal algo mas bien secundario y general. Para plantearlo en términos claros, su postura no innova. No es capaz de producir novedad alguna. Se le ha criticado a esta línea, denominada como realismo crítico, que incurre en una contradicción al presentar una pluralidad para con la realidad, pero una linealidad metódica para consigo misma. También que esconde postulados metafísicos, como el punto de fe en la razón o en la realidad como dato (muestra que ambos puntos se entrecruzan), o que producto de esta linealidad metodológica (amparado por la falibilidad como característica general de la razón humana), se decanta en una ética correspondiente a un sistema económica del cual no es posible escapar, pues forma parte de este en condicion de vil complice. Estas son algunas de las críticas mínimamente esbozadas. El punto es el siguiente. Se corre con el peligro de una inespecificidad con esta postura. Al colocar como común y específico lo que es general y atribuible por igual, sus hallazgos permanecen junto con lo característico del objeto. Esto es difícil de entender, pero todo reside en el papel de la diferencia. Formúlennos la siguiente pregunta: ¿Qué se espera de una política social? ¿Que tome a los ciudadanos como iguales, o que descubra la diferencia que los caracteriza? Esto es tan interesante como escurridizo. Ninguna de las dos respuestas resultan un desastre, puesto que se clama por ambas. Solemos criticar con entusiasmo las investigaciones que buscan la especificad de tal o cual grupo minoritario, por ejemplo. El paso discriminatorio se encuentra latente, puesto que, ¿bajo qué supuesto se considero apropiado para el objeto de una investigación que esta focalizada sobre tal grupo? ¿Con que tiza se ha ya trazado ese límite preconcebido? Depende como queramos ser tratados. Si como iguales o diferentes. Ambas respuestas nos ofrecen satisfacción social. No quisiera dejar de pertenecer al género humano, pero tampoco quisiera pertenecer a la más indiferenciada masa popular. Son estos los vaivenes que oscilan dentro de nosotros. En efecto, esto da lugar a pensar la tensión entre lo general y común. ¿Contar con algun tipo de facultad cognoscitiva, como la memoria de trabajo, por ejemplo, convierte al acto de pensar dependiente o causa del efecto que propago con mi vida en la sociedad? ¿Acaso alguna postura exime de crítica su proceder? ¿Por qué la necesidad de acelerar lo falible? ¿No está ya claro por todos nosotros? Esto produce un debilitamiento de la postura crítica, porque se deja de imprimir lo específico, dado que ya se ha utilizado dicha carta en la dispersión de lo general. La otra forma procedimental del conocimiento en la ciudad, es la correspondiente con la etica que ha sido conocido como dialogica. Aqui ya se ha vuelto celebre hace muchos años la pequeña contienda entre el mencionado Albert y Apel y su pragmatica-trascendental. Del uso de estos valores universales se desprende un ámbito que será tratado en algún otro aporte futuro, del que deba tratar un posible nexo entre esta crítica al realismo crítico con el estudio de la economía, puesto que en ambos se trata de apelar a la razón como forma de darle forma al hombre. Una apuesta por un valor humano que pueda equilibrar su potencial creativo a la par de la fuerza de su propio trabajo, pudiendo entender que tipo de generalidad se ha inmiscuido entre el homo-economicus y sus decisiones racionales. ¿Puede una ética dialógica soportar esa revisión histórica que analiza y debilita las fuentes racionales del hombre devenido ciudadano, permutado homo-economicus? ¿O incurre en los problemas similares en los que el realismo crítico trabaja, al defender ambas el último bastión racional del hombre? Sabemos que la ontología no es campo aquí para analizar a la economía, pero entre la ética dialógica y el realismo crítico se encuentra algún tipo de respuesta posible para la proliferación de un cambio en los valores humanos, aquellos que sueñan con diferenciarlos de los de la mercancía y del campo supremo de la razón.

sábado, 1 de enero de 2011

Arqueologia de una forma

Nietzsche ubica un gran problema al colocar la forma mediante la cual un interrogante ha malgastado a los hombres, entreteniéndolos así bajo una trampa diseñada con unos límites. ¿Cómo comprender lo infinito a través de lo finito? ¿Como podría la razón equipararse con la sin razón? O la verdad del error. Sucesos de continuidades engañosas, entonces. Prestidigitacion magica. ¿Engañosas por que tipo de razon? Pues dado que una nueva explicación podría ilustrar de forma plena a los obstáculos que otros pensadores no lograron comprender ni responder.

Esa distancia entre una pregunta y su respuesta parece incluirse en esa distancia que se genera dentro de las posturas criticas; aquellas que parecen solucionar o sellar la cuota de culpa epistemologica con el acto de redoblar su nombre, hinchando nuevamente sus intenciones; obteniendo asi una "meta-postura" o una "meta-critica". Podria uno preguntarse porque una critica necesitaria otra mas de compañera, pero no es el caso de este pequeño apunte. Creo, incluso, que este método de salvación no es exacto. Porque cada circunstancia local conlleva sus límites. Pero no se trata de perfeccionar su funcionamiento interno, o sea, iluminar externamente a los obstáculos, sino de captar su funcionamiento regional. Podríamos crear un interrogante, de los que adoptan la forma de un problema, y formar una cadena de respuestas alrededor de ciertos inconvenientes.

Veríamos allí al tipo de circunstancias que los grupos locales han especificado en la invención, precaución y mantención de sus problemas al intentar solucionarlos. No para que la pregunta desaparezca, sino para que module las acciones de los hombres. Pero sucede entonces que la cuestión metodológica aquí se desdobla. Porque la metodología así propuesta, la que ordena las series alrededor de interrogantes locales, no puede esclarecer nunca la plenitud de las preguntas que dice responder a través de la historia. No solo porque la selección bibliográfica es siempre azarosa, sino porque se encuentra subordinada a la pasión del maestro.

Este autor general que así teje los diferentes textos, no trae hacia si la garantía de que conoce la totalidad de la bibliografía general. Por lo que su trabajo muestra cierta endeblez en el hecho de sus fuentes; tal vez por eso la constante preocupación de sus editores ante la compaginación. No me resulta nada atractiva esta tonta objecion. Pero introduce torpemente la digna implosion de la arqueologia de la forma arqueologica. El desdoblamiento es el siguiente: Estos interrogantes que unen, como la seda que reúne las perlas de un collar: ¿De quienes son? ¿A quienes les corresponden? ¿Quien habla allí? ¿El autor general que confecciona el camino del mapa que así fabrica; o los autores que forman las piedras de cada casillero en ese camino? ¿De donde salen los interrogantes problemáticos? La articulación tectónica siempre permitiría que el autor se pueda escapar, ante la irresolución del desdoblamiento anteriormente visto; en esa brecha abierta dada la creacion de un interrogante, y la imposibilidad de responder, a traves del metodo arqueologico, a las respuestas localmente alli dispuestas. Como él mismo gusta en aclarar:

“¡Como! ¿Se imaginan ustedes que tomaría tanto trabajo y tanto placer al escribir, y creen que me obstinaría, sino preparar, con mano un tanto febril, el laberinto por el que aventurarme, con mi propósito por delante, abriéndole subterráneos, sepultándolo lejos de si mismo, buscándole desplomes que resuman y deformen en su recorrido, laberinto donde perderme y aparecer finalmente a unos ojos que jamás volveré a encontrar? Más de uno, como yo sin duda, escriben para perder el rostro. No me pregunten quien soy, ni me pidan que permanezca invariable, es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación. Que nos deje en paz cuando se trata de escribir” (Foucault. La arqueologia del saber)