martes, 30 de noviembre de 2010

Efecto piezoelectrico

Resbale el dedo nuevamente contra la rueda y sus puntas. La pequeña luz en forma de fuego quemo el lugar donde anidaban las situaciones simples. Salieron por la pupila en hilos de seda, sabor a humo, toda una serie de pérdidas del mismo color. Se estrellaron contra la hoja que tenía en frente. Deje el cigarrillo a un costado. Volví a tomar el escrito por donde empezaba.

Vivía entonces en ese tipo de casas que la gente asidua del tren observa distante en su trayecto. Se acomodan en el medio de unos jardines que no siempre desarregladas rejas lo contienen, lo que forma un sendero indiferenciado entre las piedras grises y la verde proliferación. En todo caso, no porque les haya preguntado, pero considero que siempre admiran mi casa al pasar por aquí. ¿Y esto qué valor tiene? ¿Que provecho humano reside por aquí?¿A quien le interesa esto? Tache furiosamente, no sin tristeza, lo narrado. Mis labios abrazaban nuevamente al pitido cancerígeno. La otra mano tendía sobre mi cabeza. Deje cae mi birome al tacho. Las líneas envolvían tímidos hombres que decidieron quedarse a vivir algún tiempo entre oraciones que no les correspondían. No es mi tipo de elección, habrá sido lo obluminado para corresponder la sedienta y pobre garantía de drenaje.

El fuego acechaba ya la totalidad de las voces simples y aventureras que habían nacido para esconderse. Las pieles de los papeles comenzaban a quemarse. Las situaciones simples ahora eran de las complicadas, la exterioridad asestaba internamente cada movimiento. Su disposición literaria se convertía en una sombra detestable proyectada vilmente sobre los demás, contorno sombrío que no deja ver el nudo de combustión que comenzaba a bailar abajo del escritorio, o entre los cajones de la ropa, incluso colgado de la ducha en el baño. Un frio y aterrador incendio devoraba mis cimientos. Tan solo seguiré escribiendo Aunque sea uno entre lo leído y lo escrito. Que decepción esos pequeños hombrecitos.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Glóbulos de helio

Volví. Aquí andaba y no lejos regresare. La oscuridad reinante ofrece no tapar ahora a los puntos generales de los que todo valor ofrece en sus concomitancias. Hace calor, es cierto. Pero esta tranquilidad no de un sobresalto ha llegado. Ha pasado por aquí, por alguna pestaña tuya, de las que se usan para ver. Constituye el punto de anclaje lo que en una sensación un sentimiento humano ha vuelto sobre sí mismo.

¿Adonde fue, entonces? Tal vez nunca se movió de algún escritorio, y tan solo se dio vía libre a su intelecto, que de sagaz no puede resplandecer sus resultados, porque cobarde anuncia así su ser escritor. ¿Cobardía? No. ¿Qué sabe ella? Demuestra su reflejo la más generalizada perspectiva de un corazón. Creaciones que han sido llamadas para retratar ese espacio con el que mi silenciosa o incomprensible curiosidad te ha querido abrazar. Allí no sé cómo decir. Parece que no puede sentir. Es que me envuelve en ese poco decidir, del que supongo como negado a tu posible advenir. ¿Qué espera entonces, de una forma simétrica? Cantar y bailar. Restricciones voladoras se atreven a comparar lo que ha sido primero separado para garantizar la feliz incertidumbre. ¿Por qué tan fácil, entonces? No entiendo. ¿Por qué todo tan fácil?

Cuanta verdad fuera de lugar. Nada se inserta en esa fuente de conglomerados tristes. Tome al hilo en el lado que su lazo goteaba sangre. Tense con una vuelta ambos costados; de forma que no pueda irse muy lejos, y lo ate al banco. Ahora tan solo debía saltar de mi asiento, y correr hacia alguna calle. Eso lograría liberar al globo de mí. El sacudón lograría romper su enlace sanguíneo, ofreciendo aire nuevo a mis venas. Quede mirando la fogata del centro de la plaza. Decidí que era un buen lugar al que llegar. Separe un poco el brazo para probar un poquito a la tensión que se generaría.

Al principio se ajusto más, pero a medida que la fuerza se iba manteniendo, pude notar con todo mi cuerpo como el entero entramado arrastraba a los demás órganos. Seguramente va a doler, me dije. Volví a sentarme. Mire para arriba. La noche abrazaba por entero cada sendero. No completa la circunferencia lunar anunciaba que aun asi podía dejar caer unas leves líneas de sospecha entre los árboles. Debía ser algo tarde, dado que acababa de escuchar resonar el alarido del tren al otro lado de la estación. Intente ver la hora en el celular, pero la presencia de un mensaje me llevo a olvidar un poco lo que estaba haciendo con el globo atado, mas bien, insertado a la fuerza.

“Ya llego”

¿Quién era? El nombre estaba escrito con los números al revés. Lo deje a un costado. La pregunta parece que pudo haber proseguido mucho tiempo más, pero la deje sin respuesta como para intentar que lo novedoso prolifere en sombras. Le preguntaría sobre sus aficiones y más extraños deseos cuando se presente. Esperé, no otra cosa podría hacer. Volví a tapar con la manga la región de la muñeca que denunciaba mi más incomprensible estado. Revoltosas cortinas de un cálido viento movieron a mi artificio plástico sobre mi cabeza.

No lo note por su baile, sino porque ahora que había intentado tirar de él, ya no se encontraba muy bien inserto, por lo que los movimientos circulares hicieron que cayeran algunas gotas en el pie. Seguí esperando. Note que el lazo comenzaba aflojarse. Ahora la pregunta se habia instalado de forma tenebrosa. ¿Me dolerá la separación?

-¿Cuál separación?

Había llegado. Vos me mandaste el mensaje.

-Si, avise que llegaba, pero me falto escribir adonde.

No te preocupes. Yo sé adónde vamos.

-¿Lo sabes? ¿Adonde?

Mira, me podrías ayudar bastante. ¿Ves este globo que traigo? Solamente tenes que tomarlo con la mano, y tirar. Correr, celebrar, explotar. Volverte una con la infinitud. Hacia el fuego que esta enfrente, lejos de aqui.

-¿Para eso vine?

Si, llegaste para irte. Tal vez volverás. Aquí andarás, y no lejos regresaras.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Transfusión sanguínea

Pensaría que la insurrección del sentido no puede controlar su fuente de inspiración para esos momentos en los que tu delicadeza vuelve a preguntar de forma muy clara sobre sus arrebatos.

Pensaría que podría controlar tu posibilidad al atar un hilo al conjunto esférico de helio, tal vez, oxigeno, que se ha reunido y revestido de un plástico de algún color bonito para que se deslicen las equivocaciones sobre su superficie geocentrica.

Pensaría entonces en pasear por alguna región arboleada con el extremo del hilo atado a la muñeca, pero notaria enseguida que cuando intento caminar, la inercia y la vacilación del cuerpo obligan a que el globo rebote una y otra vez contra mi cabeza.

Pensaría que este movimiento provoca un ruido muy molesto, en esa acustica interna de aire asfixiado, por lo que aprovecho para sentarme en algún banco. Mas tranquilo, observo como el nexo rodea mi muñeca, pero el nudo que lo enlaza se oculta debajo de la manga que llevo. Una curiosidad punzante hizo arremangarme las protecciones.

Pensaría que no puede ser esto. Pero así esta. El nudo del hilo no se encontraba atado a la muñeca, sino que estaba incrustado y clavado vía endovenosa hacia adentro de la piel, como un fantástico suero que alimentaba mis fantasías.

Pensaría de qué forma esto es posible. No sé porque no se fue. Se alimenta vampíricamente de las oleadas de mi corazón, bebiendo la jurisprudencia desviada de la incomprensible legislación.

Pensaría entonces que incluso aunque se eleve por sobre mi cabeza, el helio no podría contenerme , pues en ese caso difunto mi ser debiera caer, para eternamente volver a creer.

¿Y porque estas pensando tanto?¿Si se revienta el globo, quien de los dos se desangraría primero?

sábado, 13 de noviembre de 2010

Báscula del deseo

Busco nuevamente en el movimiento elíptico de una necia forma que se esconde tras su sombra, la prueba que logre estrellar sus contenciones hacia una forma comprensiva. Por ejemplo, en este lápiz que de un traspaso ha sido rehén, tal vez, transitorio. ¿Que tendrá que decir, usted, entonces? Vea que curioso dicho elemento. Funciona como causa de las letras de quien has colocado para volver a inaugurar dicha concatenación literaria.

Si, es cierto, es una causa redoblada. Es, forzando los terminos, la causa literaria de la causa que causa la literatura. Siente cierto placer extraño. Invade tus albores ciertas imágenes también redobladas,ahora, desdobladas y partidas. No lo he notado en el preciso momento, pero exactamente ella procura interrogarme.

¿Qué estas pensando? Luego de haber hecho vía del celular. Claro, aquí la cuestión se encuentra invertida. Vos consideras que el acto real ofrece una versión más valiosa que la especularidad literaria de la que desconfías. Por lo que aquí mi respuesta no ofrece su realización. Aquí, en este vaivén que procura hallar su preciso momento, su kairos, su inspiración, su pulsación temporal, la reviviscencia gira alrededor de las cargas repletas de ignorancia. Aparecen esas figuras danzantes que no dicen bien de su cometido. La separación que distanció a la reflexión no puede volver a encontrar ya una disposición que enlace con un conocimiento a la novedad. La trampa hace tiempo aguardaba, aunque el agua aquí es suficientemente turbia e impenetrable como para poder saber si la red nos ha tomado efectivamente entre los tobillos y las manos.

¿Por qué se sienten apesadumbradas? No diría que se ven cansadas, dado que observan como no logra salir el pequeño pescado de su lugar. ¿Pero quién lo dejo? No lo sé. Tal vez aguarda que eso, la verdad, caiga. Tal vez indique que su movimiento debería ser sumamente potente como para ofrecer una liberación. Determinado tipo de desinhibición. Pero todo esto es ya aburrido. La miro. No solo que se aburre de que no le digas, sino que ella ya sabe. Si, ya lo sabe. Tan solo juega con vos. Si era eso. Claro que es eso. ¿Por qué observas tanto?

Tan solo hay una pregunta si ya se tienen las respuestas para ellas. La muchacha misma lo aclara, evidenciando así su juego. ¿De que forma puede colocar con sus pensamientos esa pregunta dirigida hacia mí? ¿Como soporta no contestar la interrogación que me hizo causar?¿Como sostiene tanto tiempo una pregunta abierta, si aclara que las mismas no son de su agrado? Porque ya sabe la respuesta. Ahí lo tiene, usted. No solo eso, sino que me translada la pregunta y me la hace depender de mi. No ve que ella ya lo sabe. Entonces, ¿Por qué le sigue el juego? ¿Porque no le dice, usted, también?

Ya lo sabemos, entonces. ¿Por qué se escoge la evitación? Ha sido un sueño, tal vez. ¿Por qué le tengo que dar explicaciones de mí? ¿Por qué me llevo hasta allí? Me quiere arrastrar adonde la respuesta cuelga en el cuadro, para felicitarme luego con la grandilocuencia del nexo embadurnado de valentía descubierta y alcanzada, entre la pregunta sostenida y la inusitada, ¿inesperada? respuesta ahora conseguida con tanto esfuerzo. Pues no. Me niego. No voy a responder a lo que esperas que responda. Así que, bajémonos del círculo giratorio, porque no me gusta. Podes dejar de aguardar el brote de repentina sinceridad y valentía, porque no se trata de eso.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Restricción transdialectal

Juego de suposiciones alternativas colocan una distancia entre sus lugares. Pretenden ser comprendidas entre los albores de una sonrisa incomprendida. Las hojas así desprendidas no encuentran su lugar en esta posición. Juntamos los deseos para señalar a esta interrogación compartida, pero advierto que desconozco la forma que seria capaz de insertar una respuesta sincera entre tus dientes.

No preciso de una suma profunda de sabiduría. Navegantes acurrucados en un gran bote de aceitunas podridas que han retornado gracias a los soplidos árticos del océano. Cruzando el cuerpo sobre el borde de la cama, su mirada descansa entre las sabanas. Girando una manzana entre el esmalte negro. Algo novedoso se encuentra derramado por toda la habitación. Podríamos sentarnos a escribir sobre ello. Vos colocas a una letra, y yo la otra. Formamos así un nuevo alfabeto que nos aloje.

¿Pero que querría dibujar esta nueva lengua compartida? Procuraría decir la verdad, en ese punto. Porque en ese aspecto no logra satisfacer su pena. No creo que haya que ver allí un eterno estado de búsqueda de sensaciones extrañas, albergando un repertorio pobre de formas concéntricas que se pierden entre si. Pero no implica que tengas que estar presente tanto tiempo entre mis pensamientos, sin dejarme dormir.

¿Qué estas buscando en mí? Hallar la verdad a través de una mentira. Pretendemos escapar a la artificialidad, entonces. Pero la introducimos en nuestro andar para intercambiarla en la puerta por otra seña de cariño, tanteando con el cebo de la tentación la longitud de una red que no me deja aún desaparecer ni morir de sed en esa dulce profundidad transdialectical.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Distancia en perspectiva

¿Escuchaste ese tipo de idea que recomienda apaciguar el terror ante las arañas mediante la inversión del temor desde el propio insecto hacia tu persona?

Resulta que notaba en esa forma una dependencia hacia una frontera por la cual procura necesitar cierta confirmación su empeño. No necesita acceder al sacrifico que propagaría al pensar las diferencias materiales. Por lo que se inmiscuye bajo el cobijo de la idealidad imaginaria. Por lo tanto, la crítica que pretenda mantenerse sobre otra crítica corre el riesgo de generar así un distanciamiento. El lugar de la distancia siempre le interesa, pero debe entonces resolver en una variable sola lo generado dentro de unos límites allí establecidos. Por los cuales el dilema que se presenta es el siguiente: ¿De qué forma el procedimiento de separación, en ese lugar de abstracción, puede seguir teniendo contacto con el objeto producido? Pues, si procuramos modificar esos limites, será necesario abandonarlos. Y esa distancia se volverá un triste abandono, mas no una perspectiva necesaria. Así colocada, la abstracción que intenta irse puede hacerlo bajo dos sensaciones. Por temor, o por valentía. Planteado de esta forma, podría admitir que enfrentarse a ella no le significaría nada, pero le devolvería un sumo placer, así como una gran satisfacción netamente permitida. ¿Ella que pensaría al respecto?

Efectivamente, al igual que una araña desde una baldosa del baño, reflejaría el sentimiento humano que ha sido en ella depositado, resbalándose inconsecuente e incesantemente ante cada intento de asirse sobre las irregularidades de las superficies. O, volviéndose dentro de la segunda forma, puede dar un rodeo incomprensible para garantizar y cubrir eso que jamas querría decir, aquello que de todas formas siempre piensa. Acudiendo asi a una serie de lineas y frases que algunos podrian incluso dictaminar como metaforas. No es que no vea al viento correr por aqui, pero ya nadie se acerca. No hay interes siquiera en aprender. Esta clausurado consigo mismo.

Regreso a casa. Aunque no había vuelto, de todas formas. Los ojos me ardían. No sé que podrían pensar. Ya no lloraba ni sentía. No hay nada por hacer dentro de este pequeño lugar. Te encontrás parado en este tipo de situación que debe introducir una forma sublevada de lo anecdótico, por lo que luego de que asumís tu lugar de espantajo, volvés a incluirte como esclavo. Se vuelve a plantear en todo tipo de relación su posición ambigua, al incluir vertientes opuestas.

No lo sé. Te colocas así en este nivel que no puede implicar una región de realización por la cual su galantería se ve impedida a volver a conceptualizar las formas de orientación que debería producir. Entonces llegamos a obtener unas situaciones precisas. Vos consideras que te hablo desde alguna parte. Existo en la condición primera, pero no te gusta nada tener que remarcarme la repetición que gira inconsecuentemente sobre lo mismo, en eso que desvanece exactamente lo dicho y lo sentido. Y yo no puedo menos que confirmarte y alabarte, dado que había introducido desde un primer momento a ese secreto como lo novedoso a disfrutar. Es tan diferente, que si colgas en la soga a esa sensación para que se seque, antes de que las gotas lleguen al suelo, darán unas vueltas por el aire, solamente para evitar que suceda lo que inevitablemente pasara.