domingo, 8 de julio de 2012

Gracias


Y que te puedo contar. Mira. De nuevo me tenés por acá. Hace mucho que no andábamos. Vos y yo. Juntos. Frente a frente. Mirándote ahí donde mas andas. La cuestión es la siguiente. Siempre fuimos así. Vos sufrías y yo te transmitía alegóricamente lo que sentía. Pero estábamos solos. Tu reflejo y el Mio. Pensábamos que éramos vos y yo. Y que estábamos solos. Eso era todo. Pero un día llego ella. ¿Te acordás? Cayendo del árbol del verano la delicia mas madura hizo su entrada. Por sobre el hombre refunfuñaste al decir que seria tan solo una más. Pero no te hice caso. Por primera vez me permití dudar realmente de mi mismo. Y me quede con ella. Entre sus brazos y sonrisas. Esperanzas y deseos. Alegrías y rejuvenecimientos. Roces y sobreentendimientos. Sabía que no tenia asegurado nada. Que podía perder. Pero por primera vez sentí que podía ganar algo. Y aquello que más quería ahora deja tras su paso un jardín enorme de rosas y mariposas. Vuelan libres reflejando la luz del amor sobre sus alas. A veces creo verlas pasar cuando recuerdo el enorme desierto que inundaba estas tierras antes de su llegada. Por un segundo me ilusiono con que me guiñan un ojo. Hasta que entiendo que tan solo debía cultivar mariposas y hacerlas. Todas las mariposas son del viento. Llevarán su agua a otros desiertos. Quizás merezcan cuidados profesionales. Nos dimos todo lo mejor que teníamos. ¿Si queda más? ¿Si luego nos restaremos?
Ya son preguntas obsoletas. ¿Porque? No lo se. Es obsoleto. Lo único que puedo hacer es agradecer por su alegría. Por lo que me dio y por lo que me prometió. Gracias pequeña mariposa. Trepe por el cielo adonde pertenece. Y si llora, que sus lagrimas rieguen la infinidad de semillas que aguardan sedientas debajo de su vuelo. Todo esta por crecer.

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